Cuando los pobres pastores cayeron en la cuenta de que en realidad el cielo albergaba suficientes estrellas para todos ellos y para todas sus descendencias por los eones de los eones, sus corazones se inundaron de amor e hicieron las paces para siempre. Como hacía frío, quemaron unos libros de justicia hipócrita que había por allí. Desde ese momento, dejaron de buscarme. (Diosa 3 12)